Crecimiento espiritual es la meta de cada creyente "... hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo." (Efesios 4:13). El autor explica que la meta es recibir las riquezas espirituales que Cristo logró en la cruz del Calvario, y que están al alcance de todo cristiano que anhela la bendición del crecimiento espiritual.
En ésta lección el autor enfatiza que el anhelo de Dios es el crecimiento espiritual de cada creyente. La comunión con Dios, el conocimiento de las Escrituras, entender la necesidad de la regeneración espiritual y el anhelo personal de crecimiento son presentados como ingredientes básicos de ésta experiencia.
En esta lección queremos definir claramente el crecimiento y la madurez espiritual en términos de metas que podamos visualizar. La Biblia es un libro que enseña con variedad de ejemplos. Muchas veces Jesús enseñó por medio de parábolas, que no eran otra cosa que ilustraciones tomadas de las experiencias cotidianas de la gente. Hemos de descubrir que las normas bíblicas para el crecimiento son claras y se relacionan con cada uno de nosotros.
Jesucristo es el principal modelo de madurez espiritual en toda la Biblia. Es nuestro hermano mayor. Tomó la forma de siervo y obedeció a su Padre a la perfección. Se humilló a sí mismo hasta la muerte en la cruz. Nosotros, los seguidores de Cristo, hemos de conformarnos a la imagen de Jesucristo. Esta es la eventual meta de la madurez espiritual. Esto ha sido revelado por la Palabra de Dios y por el Espíritu Santo. La "semejanza de Jesucristo" se aplica a las partes física, mental y social de nuestra vida como asimismo a la parte espiritual.
Una parte de esta lección lleva el propósito de mostrar, a la luz de las Sagradas Escrituras, cosas que demoran o aun suspenden indefinidamente el crecimiento espiritual. El reconocer esas causas nos ayudará a identificarlas en nuestras vidas cuando se presentan. El saber por qué no estamos creciendo espiritualmente, nos ayudará a utilizar nuestra voluntad para provocar un cambio.
Otra parte de esta lección constituye una lista de las cosas que pueden ayudar a nuestro desarrollo espiritual. Conociéndolas, podemos cooperar con el Espíritu Santo para hacer que progrese nuestra nueva vida en Cristo. Juntos, debemos hallar estímulo y ayuda en este estudio.
Muchas veces los padres y los maestros recurren a recompensas para estimularnos a crecer. Estos premios toman el nombre de incentivos. Incentivo es algo que nos mueve a la acción. La Biblia nos muestra muchos de los incentivos provistos para el desarrollo espiritual. Algunos son recompensas que logramos inmediatamente al comenzar a crecer. Otros los obtenemos sólo después de paciente espera. Pero cada uno de esos incentivos tiene su importancia. Esta lección lleva la intención de mostrarnos algunas de esas recompensas bíblicas.
El desarrollo espiritual, tal como ya lo hemos visto, constituye una meta para el creyente. La Biblia nos provee muchas motivaciones útiles para crecer. El crecer en Cristo nos capacitará para asumir privilegios y responsabilidades propios de la edad adulta. Evitará que seamos llevados de aquí para allá como si fuésemos criaturas. Los creyentes en proceso de crecimiento espiritual están capacitados para recibir las enseñanzas que el Espíritu Santo les imparte. El creyente en proceso de crecimiento debe tener clara conciencia del examen final que deberá rendir ante el Señor.
Muchos creyentes rehúsan crecer en asuntos espirituales. Otros parecen no hallar el camino. Quieren ir hacia delante, pero caminan en círculos. Hay un importantísimo principio que la Palabra de Dios enseña a los creyentes. Una vez establecido lo que hemos aprendido, debemos seguir adelante. No debemos aferrarnos a la misma lección. No debemos demorarnos en la etapa infantil de nuestro crecimiento. Debemos asegurar los fundamentos de nuestra experiencia cristiana, y después debemos empezar a edificar sobre las verdades fundamentales.
Esta última unidad tratará de las evidencias de que estamos en pleno crecimiento y desarrollo espiritual. Varias lecciones atrás relatamos la historia de dos niños que medían su crecimiento comparándolo con una marca hecha en la pared. La marca representaba la estatura del padre de los muchachos. Es normal e importante que contemos con medidas contra las cuales controlar nuestros progresos.
La palabra evidencia significa "algo que proporciona pruebas de una cosa." Las Sagradas Escrituras contienen muchas claras enseñanzas sobre las evidencias cristianas.
Hemos visto que el desarrollo espiritual es el proceso normal del crecimiento. Los enemigos del crecimiento espiritual pueden obstaculizar o aun detener el desarrollo, tanto dentro como fuera del creyente. Sin embargo, hay cosas grandes y maravillosas que actúan para que el creyente pueda alcanzar el ansiado crecimiento. "Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo" (1 Juan 4:4). Hay evidencias específicas en el creyente que progresa hacia la semejanza de Jesucristo.
Al llegar a la conclusión de éste tema, ha estudiado aspectos del desarrollo espiritual, progresos logrados en el desarrollo espiritual y finalmente, pruebas del crecimiento espiritual. Esta última unidad nos da la oportunidad para medir nuestro progreso. Quienes crezcan espiritualmente como creyentes, pronto comenzarán a asemejarse a Jesucristo, tendrán cada vez más de su carácter y de sus obras en sus vidas.